La virtud es la piedra angular de la felicidad. Solo podemos ser felices si basamos nuestra existencia en las virtudes esenciales de la vida y la primera de estas es la capacidad de discernimiento.
Lamentablemente la mayoría de nosotros vivimos sumergidos en el océano de la ambición, pensando que lo que nos va a hacer más felices se encuentra fuera de nosotros mismos, en las cosas materiales y en los deseos negativos como el poder, la avaricia, la imagen para los demás, etc. Podemos desear cosas muy distintas, algunos queremos una casa más grande, otros un automóvil lujoso, quizá viajar más, contar con más ingresos o un trabajo mejor, pero todos estos deseos tienen una cosa en común: aparentan ser necesarios e indispensables para la vida porque creemos que nos van a hacer un poco más felices, pero la realidad es que no aportan ni un gramo de felicidad a nuestra vida, tan solo momentos esporádicos de placer.
El discernimiento es el poder de identificar lo verdadero y lo que es falso. Ese “saber mirar para ver” es la primera virtud necesaria para ser verdaderamente felices.
Los seres humanos por estar sumidos en una mundana ambición, pensando en acumular poder material, comenzamos un proceso que nos conduce primeramente a apartarnos de las virtudes y luego a suprimirlas empleando toda clase de artimañas para eliminarlas. Es la ambición quien aconseja a nuestra mente “ciega” que debemos destruirlas y siempre encuentra secuaces que la ayuden en la planificación y ejecución de nuestros más bajos instintos y deseos.
Cuando nuestro espíritu se encuentra sometido a la destrucción de las virtudes, solo podemos pensar negativamente, apartándonos cada vez más del sendero correcto y de nuestra propia felicidad.
Aprender a discernir
El discernimiento es una virtud que proviene del conocimiento, mientras que la falta de él proviene de la ignorancia. Conocimiento de las leyes divinas de la creación y la vida. Enseñanzas que podemos estudiar, aprender y aplicar tornando a nuestra vida virtuosa.
¿Dónde o cómo podemos adquirir este conocimiento?
La respuesta es más simple de lo que podemos imaginar. La fuente de conocimiento por excelencia son los libros sagrados (de todas las religiones), como la Biblia en el caso del Cristianismo. También aquellos libros de grandes filósofos y pensadores que han dedicado su paso por la tierra a analizar la vida. Por último pero no menos importante podemos aprender de la sabiduría de los ancianos que han tenido una larga experiencia para aprender a discernir.
“Cuando la verdad ingresa en el hombre esta destruye en el, todo mal y lo torna virtuoso”.
Bhagavad Gita (Libro sagrado Hindú)
Autor: N.C. Kurt