Miedo a hablar en público, un problema que afecta a millones en todo el mundo

Qué es, cómo se forma y qué podemos hacer para vencerlo.

El pánico escénico o miedo a hablar en público ha sido y sigue siendo una de las principales causas de fracaso en la vida al no permitirnos desplegar todo nuestro potencial, ni exponer adecuadamente las ideas, proyectos u opiniones, dejando siempre el crédito para quien si sabe expresarse con comodidad.

Hablemos un poco sobre el miedo

Los seres humanos tenemos infinidad de miedos que, en algunas ocasiones, nos sirven, incluso pueden salvarnos la vida, pero que en la mayoría de los casos solo nos paralizan, impidiéndonos desplegar todas nuestras capacidades y habilidades. En oratoria, al igual que en la vida, existen tantos temores que con solo pensarlos nos detienen.

El miedo, puede ser una bendición o una maldición, según la actitud de quien lo enfrente. En las personas sin experiencia y preparación en oratoria, suele paralizar la lengua, secar la boca y la garganta, producir sudoración fría, engendrar movimientos torpes del cuerpo (brazos y piernas), trabar la articulación de las frases, la voz y lo que es peor, obnubilar la mente. Estas son solo algunas de las manifestaciones físicas más comunes del miedo. En el caso del orador profesional y experimentado, el miedo constituye una poderosa fuente de energía, a la vez que genera un grado de alerta y rapidez mental superior, que el orador utiliza en su beneficio.

¿De dónde proviene el miedo a la Oratoria?

Esta es una pregunta muy interesante para hacernos, incluso si la tomamos desde un punto de vista objetivo: “En realidad es solo hablar en público, no existe ningún riesgo de muerte, ni nada parecido”. Pese a este pensamiento, el miedo aparece igual, la tremenda ansiedad se hace sentir, evidenciada en los síntomas que conocemos del miedo. Sucede que el miedo a hablar en público comienza o se forma desde la primera infancia.

Desde niños se nos dice que cuando los mayores hablan debemos hacer silencio. Cuando nos equivocamos al hablar, los adultos se ríen en forma burlona. En la escuela debemos hablar ante la mirada atenta y vigilante del maestro y unos cuantos pares de ojos de  los compañeros de clase. Si decimos algo fuera de lugar, toda la clase estalla en carcajadas (tal vez sean risas leves, pero las percibimos como risotadas).

Siendo jóvenes hemos experimentado varias malas pasadas hablando, como por ejemplo cuando nos declaramos a una joven y vivimos el terrible y descorazonador rechazo o cuando damos un examen y nos toca una pregunta que no sabemos. Sistemáticamente vamos asociando el hablar en público con el dolor y el miedo a padecerlo. Vamos aprendiendo a temer a expresarnos en público.

Dejemos el pasado atrás

Por más traumática que haya sido nuestra etapa de educación primaria o secundaria, incluso universitaria, ya somos personas adultas y contamos con muchas más habilidades desarrolladas que en ese entonces. Por ello no podemos y no debemos permitir que el pasado condicione nuestro presente.

Hoy contamos con elementos invaluables que antes no teníamos, como más experiencia y desarrollo como personas, más conocimientos, más madurez y mucha, mucha más preparación para expresarnos en público. Que lo vivido no nos limite. Abramos los ojos, ubiquémonos en el presente y dejemos atrás el pasado.

El miedo nunca desaparece

También debemos tener en cuenta sobre el miedo, que nunca desaparece, no importa lo que hagamos, siempre que debamos enfrentarnos ante una disertación, este aparecerá sin que lo llamemos. Si creemos que podemos eliminarlo, o peor aun si esperamos hasta perderlo para poder avanzar, estaremos estancados para siempre.

Al curso anual de oratoria que dicto desde hace casi diez años asisten personas de todas las edades, profesiones, niveles culturales, pero poseen algo en común: el miedo. Todos manifiestan temor y esperan despojarse de él mediante el curso. Es sorprendente ver su reacción cuando les digo que el miedo nunca los abandonará, sin importar cuánto tiempo dediquen a intentar eliminarlo.

El miedo es algo natural

El miedo oratorio, habitualmente es producto de la falta de confianza en uno mismo, inseguridad personal, falta de preparación académica, desconocimiento de la temática sobre la cual se debe hablar.

El miedo es natural en el ser humano, y funciona como mecanismo de defensa que nos mantiene alerta ante situaciones de peligro. Por ejemplo ante un peligro inminente, nuestro corazón se acelera, bombea más sangre, aumentando la eficiencia de nuestras extremidades, nuestros sentidos se agudizan y la mente se torna más rápida y clara. Esta es la manera con que la naturaleza nos prepara para afrontar el peligro ya sea enfrentándonos o emprendiendo la huída.

El problema surge cuando el peligro no existe en la realidad pero para nuestra mente sí, esta lo interpreta como real y dispara los efectos que describimos como miedo.

Se nos enseña a escribir y no a hablar

A esto se suma el hecho que desde niños se nos enseña a escribir, pero no a hablar en público y mucho menos ante grandes audiencias. Ni siquiera en la universidad, en carreras afines a la disciplina, se enseña oratoria como es debido. Si se imparte alguna cátedra de oratoria, es en forma teórica y con muy poca práctica, lo que la hace inútil, porque la oratoria no se aprende sino se vive, si no se experimenta.

No existen personas que no sientan miedo y si existieran serían habitantes del manicomio o del cementerio. Todas las personas por naturaleza experimentamos el miedo, porque es parte integrante de nuestro ser. Lo que si existen son personas que logran dominar el miedo y avanzar a pesar de él. Estas personas han aprendido a controlar sus emociones de tal manera que cuando salen a hablar en público dan la impresión de ser inmunes a este fenómeno.

Cómo vencer nuestro miedo a hablar en público

La mejor manera de vencer el miedo es enfrentándolo, es decir saliendo a hablar, aprovechando todas las oportunidades que se nos presenten para hacerlo, pero en nuevas y mejores condiciones. El primer paso es aprender una serie de técnicas y estrategias que combinadas nos colocaran en una posición mucho más eficaz para hablar en público y el segundo es practicar, poner en uso esas técnicas en nuestras interacciones sociales en el día a día. Poco a poco notaremos un incremento considerable de la confianza en nosotros mismos y una mayor seguridad para enfrentar los retos de la vida.

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